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Soy un gran promotor de El Vampiro de la Colonia Roma de Luis Zapata. Regalo un par de ejemplares al año y lo recomiendo siempre que tengo oportunidad. Es para mí un libro esencial de la cultura gay chilanga.
Y hoy día cuando pienso en la esquina de Insurgentes y Baja California, en el Sanborns de Niza o el VIPS del Ángel me pregunto cómo llegarán a la mente de los menores de 30 años pues estos espacios no solo dejaron de existir físicamente hace años sino que las mismas prácticas, códigos, valores y costumbres se han ido erosionando dramáticamente.
Me recomendaron ver en Prime la serie Tengo que morir todas las noches, basada en el libro homónimo de Guillermo Osorno (Debate, 2021), cuya sinopsis dice:
Tengo que morir todas las noches es una crónica excepcional sobre la ciudad de México durante los años ochenta; la cultura gay y los movimientos artísticos, literarios y musicales que se expresaban en los linderos de la sociedad.
Te recomiendo leer el primer capítulo del libro en el sitio de la Librerías Gandhi: https://www.gandhi.com.mx/tengo-que-morir-todas-las-noches-9786073806916/p
Tan solo en el primer episodio de la serie podemos ver el descubrimiento que hace Guillermo, joven que llega a la CDMX para estudiar periodismo en la UNAM, tanto de la escena gay de la Ciudad de México como de sí mismo como hombre gay. Y precisamente es esta ciudad, la que aún guarda mucho de lo descrito en El Vampiro de la Colonia Roma.
Guillermo es un joven despierto, anheloso, tiene la vida por delante y se quiere comer el mundo. Pero es homosexual y vive en Cuautla, un origen y un lugar que poco ofrece para alguien como él.
La serie muestra también con crudeza un lado alejado del romanticismo de los 80: las redadas policiacas que trascendían de boca en boca hasta generar miedo de salir; o el sistema de celebridades –en aquel entonces dominado por Televisa– con productores corruptos y abusadores (como lo sucedido a Sasha Sokol con Luis de Llano); la homofobia normalizada en cada palabra (algo así como hoy día en que los hinchas mexicanos defienden los gritos homofóbicos); la estigmatización; la irrupción del VIH que en esa época trascendía como SIDA y derivó en el insulto usual de SIDOSOS; en fin, tanto de un México al que sinceramente no quisiera volver y ojalá que nada de eso regrese. Por que aún hoy existen tantas cosas que nos hacen temer que mucho de eso puede volver a suceder, pues la defensa de los derechos ganados será una lucha que no terminará.
Del cast de la serie: extraordinario. No podré decir mucho del actor que hace a Guillermo, José Antonio Toledano cuyo rostro revivió en mi mente el recuerdo de alguien que también marcó mi vida y mirarlo en cada escena era como darle vida a recuerdos de alguien que hace años dejé enterrado en mi memoria. Aunque lejos de esa fortuita evocación su trabajo es maravilloso. Pero confieso que no seré objetivo.
Volver a ver a Brays Efe, quien dio vida a Paquita –la de PS Management–, fue una gran alegría. También Silvia Navarro que hace un trabajo increíble, es de verdad una extraordinaria actriz y llena de magia cada instante en la pantalla. Aquí me contaron un chisme sobre en quien está basado este personaje y su pareja, pero tengo que confirmarlo.
No soy de seguir celebridades en redes, me aburren rápido. Pero en el caso de José Antonio Toledano es un aficionado a la fotografía y tiene un discreto perfil en Instagram que vale la pena seguir:
Para resumir, Tengo que morir todas las noches es una gran serie. Un homenaje a la CDMX de los años 80, a la identidad chilanga, un homenaje a la fuerza del lazo entre amigos, del amor de pareja y de familia. Un recordatorio de la lucha que nos antecede, de los muchos que abrieron la brecha para que hoy muchos otros podamos vivir libres, un recordatorio de que aún faltan más y que aún tenemos todos como comunidad una responsabilidad compartida.
Sobre este blog:
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